Gedeón dejó escapar un largo y profundo suspiro mientras caminaba de un lado a otro en el pasillo, todo el tiempo mirando la puerta de su propia alcoba sumido en profundos pensamientos. Ya era pasada la medianoche, y estaba seguro de que Freya ya dormía profundamente a esas alturas.
Incluso viajó lo más rápido que pudo en su forma de lobo solo para volver al caserón luego de terminar con la tarea que tenía en la Ciudad Capital. Se sintió mal por tener que dejar a Freya atrás de esa manera, pero confiaba en que su madre se había asegurado de que ella estuviera bien asistida y entretenida mientras él no estaba.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué no has entrado todavía? —Eli le recriminó—. [No la hemos visto en todo un día.]