De vuelta en el santuario, todos los que observaban cómo se desarrollaban los eventos contuvieron el aliento ante las sentidas palabras de la Princesa de Ebodía. Era evidente que la Princesa estaba ganando los corazones de todos los Cordonianos que la veían con la sinceridad y franqueza de sus palabras.
—No es de extrañar que nuestro Rey haya dejado claro que no reconocería a nadie como su Reina excepto a la Princesa de Ebodía, su esposa y pareja —exclamó una cordoniana con lágrimas en los ojos—. El Vínculo de Compañeros entre ellos es demasiado fuerte, y todos deberíamos respetarlo por la bendición sagrada que es.
Una vez más, murmullos llenaron el santuario abierto, y Darío ya no pudo contener las emociones que se acumulaban en su corazón. La sonrisa en su rostro se ensanchaba más y más a cada segundo, y sus ojos también comenzaban a llenarse de lágrimas.