—Es tan bueno verte aquí con nosotros después de tantos días, Lucy —dijo la tía Monique—. Ven aquí, siéntate a mi lado para que pueda verte mejor.
—Buenos días —Lucy inclinó la cabeza, saludando a todos mientras rodeaba y se sentaba al lado de su tía, donde la criada había retirado la silla para que ella se sentara.
—¿Cómo te sientes ahora, Lucy? —preguntó su hermano Calhoun.
Una de sus manos sostenía afectuosamente la mano de su esposa en la mesa sin importarle lo que otros pudieran pensar de él. Hasta donde Lucy podía recordar, Calhoun siempre había hecho lo que quería sin reprimirse.
—Siento que casi me he recuperado ahora, hermano Calhoun —respondió Lucy, su mirada era suave y sus palabras corteses.
—Eso es bueno de escuchar, pero sería mejor si descansaras más hasta que estés en forma para montar a caballo con nosotros otra vez —respondió Calhoun, su voz calmada—. Hace tiempo que no vamos de caza. La última vez que fuimos, se convirtió en un desastre.