Lucy sentía que había escuchado ese nombre antes, pero no podía señalar exactamente de dónde lo había oído. Sonaba familiar a sus oídos, pero si había escuchado el nombre, debió haber sido de un recuerdo lejano.
Observó a la mujer que la miraba mientras intentaba recordar, pero en vano. Entonces, la mujer llamada Madame Fraunces pescó algo en su bolsillo antes de sacar un cigarro, y los ojos de Lucy se abrieron de par en par.
—¿Se permite fumar aquí? —preguntó Lucy.
La mujer se rió ante la inocencia de la joven vampiresa. —Somos vampiros y no estamos dentro de las puertas del Cielo. Creo que está perfectamente bien. ¿Te gustaría uno? —ofreció, y Lucy negó con la cabeza.
—Estoy bien. Gracias —respondió Lucy, observando a la mujer encender el cigarro—. ¿Cuánto tiempo llevas aquí?