Cuando Lucy llegó a la puerta del cementerio, el sol aún no había salido completamente, y los colores en el cielo todavía estaban cambiando para volverse azules. El bosque a su alrededor estaba tranquilo, excepto por los pájaros cantando su canción matutina.
En lugar de llevar un ramo de flores, esta vez Lucy llevaba cuatro rosas con tallos largos. Mientras continuaba caminando hacia donde estaban las tumbas, primero colocó las flores en las tumbas de sus padres antes de moverse para pasar tiempo con Ruby. Mientras estaba allí de pie en silencio, escuchó el crujido de las hojas en el suelo.
—Las viejas costumbres no mueren, ¿verdad? —preguntó Theodore, que estaba no muy lejos de ella.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Lucy antes de volver a enfrentarse a la tumba de Ruby.