—¿Has visto al Asesor Calhoun? —preguntó Theodore a una criada que caminaba por el corredor.
—Debe estar en la sala de estudio del Rey —respondió la criada, inclinando la cabeza antes de seguir su camino para continuar con su trabajo en el castillo.
Theodore tocó la puerta antes de entrar al cuarto y vio a Calhoun sentado detrás del escritorio donde solía sentarse el Rey Lorenzo.
—He recibido la carta de la Casa Alta —informó Theodore, y extendió su mano para pasar la carta a Calhoun.
Calhoun la tomó antes de abrir el sello que estaba intacto, y leyó el contenido en ella. Su mirada recorrió las escrituras antes de que una sonrisa lenta comenzara a aparecer en la esquina de sus labios.
—¿Está hecho? —preguntó Theodore, y Calhoun levantó la vista con una sonrisa brillante en su rostro.
—Hecho perfectamente —respondió Calhoun—. Parece que mordieron el anzuelo que les ofrecimos.