Calhoun no le respondió de inmediato. Disfrutaba viendo a Morganna sufrir. Para Laurence y todos los demás en Devon y la gente en los otros reinos, habían llegado a creer que la Reina Morganna había sido asesinada, ejecutada dándole una muerte rápida. Pero él había decidido torturarla. Le daba un inmenso placer ver sufrir a esta mujer, y en este momento, no podía hacer otra cosa que sonreír ante su desgracia.
—Lo siento, no entendí eso —dijo Calhoun con una mirada distraída en su rostro—. ¿Podrías repetirlo?
Si los tiempos fueran diferentes, Morganna habría matado a Calhoun con sus propias manos, pero ahora no estaba en posición de hacer eso. Este bastardo la había mantenido en aislamiento sin siquiera ofrecerle agua.
—¿P-por qué h-haces e-esto? —le costó todo a Morganna pronunciar esas palabras, especialmente con la vara atascada en su boca. Era difícil mover los labios para hablar.