Sus sentidos se adormecieron, sus pasos se detuvieron en shock mientras miraba los dos cuerpos en el suelo, cerca del pilar. Lucy había estado buscando a su mamá, quien había dejado su lado y la sala en la que estaban los invitados hacía ya bastante tiempo. Mientras caminaba, escuchó a un hombre gritar pidiendo ayuda.
Al ver a su madre y a su padre inmóviles, Lucy retrocedió tambaleándose mientras intentaba recuperar el equilibrio. Sentía como si su mundo no solo se hubiera derrumbado, sino que se hubiera reducido a polvo que era arrebatado por el viento que no se le permitía retener. Sus labios temblaron, y sus ojos se llenaron de lágrimas hasta que el agua comenzó a caer de sus ojos.
Cuando vio al ministro sentado junto al cuerpo de sus padres con las manos cubiertas de sangre, un grito se escapó de sus labios.
—Deberías llamar a ayuda, Lady Lucy. Necesitamos conseguir —dijo el ministro al observar a la princesa mirarlo con los ojos muy abiertos.