Con la puerta cerrada, Morganna se levantó de la cama y miró fijamente al ministro —¿Olvidaste que debes esperar hasta que yo te diga que puedes venir? —preguntó con una voz baja y amenazante.
—Perdóneme, mi Reina. La sirvienta solo me condujo hasta aquí. No sabía que el Rey y los demás estarían aquí —se disculpó—. ¿Está usted bien, Reina Morganna? Puedo-
—Te llamé aquí para saber el progreso del caso que fue llevado a la Alta Casa. ¿En qué punto estamos respecto al enjuiciamiento y ejecución programada de Theodore, el guardaespaldas de Calhoun?
El Ministro Arturo tenía un aspecto sombrío en su rostro, y dijo —Sobre eso... ha habido algunos nuevos hallazgos en el caso.
Morganna entrecerró los ojos y preguntó —¿Y cuáles son esos?
—La Alta Casa está vigilándole porque en el lugar donde supuestamente tuvo lugar la muerte, no encontraron sangre.
—¿Qué tonterías dices, no fuiste tú el que mató a la mujer y derramó su sangre? —exigió Morganna, y el hombre asintió con la cabeza.