—Me alegra que estés aquí conmigo, Ruby —dijo Lucy sin ocultar el amor y apego que tenía hacia la anciana.
—Y me siento privilegiada de cuidarte, Lady Lucy. Sé que algún día te convertirás en una de las mujeres más distinguidas de esta tierra —había una promesa en la voz de Ruby y Lucy se sonrió. Ahora solo si su abuela pudiera pensar y ver lo que Ruby veía, pensó Lucy para sí misma.
—La cena de hoy va a ser algo, es bueno que no vayas al comedor —susurró Amice antes de girarse rápidamente para asegurarse de que no había nadie en la puerta.
Lucy asintió con la cabeza pensativamente. No era que quisiera saltarse las comidas a propósito, pero coincidentemente resultó de esa manera. Su madre, Samara estaba molesta porque su esposo había traído a un hijo de alguna mujer al castillo, pero había otras dos personas que estaban más molestas que Lady Samara en el castillo.
—Será una cena llena de acontecimientos —murmuró para sí misma.