—Gracias por ayudarme hoy. No esperaba que algo así ocurriera —Lucy frunció los labios—. ¿Hay algo que quieras que yo pueda hacer por ti? Lo justo es que devuelva tu amabilidad.
Los ojos rojos de Theodore se fijaron en los de la joven muchacha que lo miraba fijamente, sus ojos eran más calmados que los de la mayoría de las personas que había conocido. Le hizo preguntarse si así era la gente de la familia real. Alejados de los problemas y el dolor, sin conocer la oscuridad que estaba fuera del hermoso castillo.
Ella parecía inocente, con rasgos suaves. Chicas como ella no podrían sobrevivir en su mundo porque personas con una naturaleza lobuna la desgarrarían, pensó Theodore mientras ella seguía esperando a que él hablara.
—¿Hola? —Lucy lo llamó, ya que parecía como si él se hubiera distraído. Dándose cuenta de que no le había preguntado el nombre a la persona, estaba a punto de-