Calhoun estaba sentado en la mesa, haciendo girar la piedra suavizada con la mano, observándola girar mientras esperaba que las noticias llegaran a sus oídos.
—¿Se ha movido de ahí desde la mañana? —preguntó Madame Fraunces a Theodore, quien estaba de pie junto a ella y lejos de donde Calhoun estaba sentado—. ¿Cómo está aguantando? —preguntó ella, empezando a alejarse de ahí y saliendo de su casa.
Theodore la siguió con las manos en los bolsillos—. Está aguantando. Estará bien. Ahora mismo, está esperando.
—¿Por un cliente? —preguntó Madame Fraunces, levantando las cejas.
Theodore negó con la cabeza:
— No, está esperando alguna noticia.
La señora giró la cabeza para mirar hacia dentro de la casa, y suspiró:
— Se ve demasiado solo, parece que la muerte lo sacudió.
Theodore no respondió a sus palabras y en cambio dijo:
— Madame Fraunces, había algo que quería decirle. —La mujer asintió con la cabeza para que continuara, y él dijo: