Calhoun no quería preguntarle a Vladimir sobre lo que acababa de ver y oír. Dándole la espalda, comenzó a dirigirse hacia el interior de la mansión. Vladimir, que se tomó unos segundos más para mirar a la dama, se dio la vuelta para seguir a su nieto.
—¿Qué sabes de esa mujer? —preguntó Vladimir, y los ojos de Calhoun que estaban fijos al frente se movieron hacia la esquina, dándole a Vladimir una mirada.
—Que ella es la cabeza de la Alta Casa —vino la respuesta sosa de Calhoun antes de que una pequeña sonrisa apareciera en sus labios—. Está hospedada en la Posada Cruciferiana. Puedes preguntarle directamente.
Vladimir murmuró:
—Eso haré, pero parece ser un poco obstinada. Muy difícil de encantar.
Calhoun negó con la cabeza:
—¿Cuándo se conocieron? —Por la mirada que Helena le dirigía a Vladimir, parecía como si estuviera lista para enterrarlo en un ataúd y dejarlo ahí por el resto de su vida con barro sobre el ataúd.