—¿Has venido a burlarte de mí? —preguntó Marina.
Los labios de Astrate se curvaron en una sonrisa,
—Vuelve, Marina. El mundo de los vivos no es para ti, no una vez que el ángel descubra lo que llevas en tu vientre.
Marina adoptó una postura protectora, y levantó su mano frente a ella —Mi hijo es parte del mundo de los vivos. Deja a mi hijo en paz.
—Darian te envió para enfrentar a los ángeles entre sí, pero ¿qué hiciste en cambio? La última vez que te vi, debería haber sabido que habías cambiado y te habías vuelto desleal a nosotros, los demonios. Eso es lo que el mundo de los vivos le hace a uno, ¿no es así? ¿Qué ves en él, Mari? ¿Has olvidado lo que hemos pasado? —preguntó Astrate, sacando de la nada una vara de madera en su mano.
—Puedes encontrar a alguien más para ocupar el puesto, Astrate —y antes de que la otra demonia pudiera hacerle daño, Marina agitó su mano para enviar descargas eléctricas hacia la otra mujer.