—¿Por qué nos trajiste aquí? —preguntó Morganna.
—Para que veas cómo la gente no te recuerda como la Reina que decías ser. Estamos en el mercado, sin embargo, no eres nada más que fantasmas —dijo Vladimir. Sus ojos recorrían el lugar, y él podía sentir rastros de su hija todavía aquí.
Era como un recuerdo que se había quedado atrás, y Vladimir vio a su joven hija sosteniendo una canasta en su mano mientras la apoyaba en un lado de su cintura. Mientras caminaba, algunas personas susurraban algo al oído de los demás. Una mujer vino detrás de ella, empujándola y la canasta cayó al suelo. La gente alrededor de ella se reía sin ofrecerle una mano para ayudarla a levantarse. Sus ojos se endurecieron al ver esto, y cuando cerró los ojos y los abrió de nuevo, la escena frente a sus ojos volvió al presente.