El demonio gimió de dolor, y a diferencia de Calhoun, sus heridas no se curaban.
Calhoun hizo un gesto de desaprobación —Ambos somos demonios, muchas cosas nos afectarán de la misma manera. Creo que olvidaste descubrir cómo protegerte de tu propia creación —notó que un lado de la cara del demonio continuaba derritiéndose hasta los huesos. Dejó uno de los globos oculares expuesto sin ningún párpado a su alrededor—. Eres rápido. Pero no lo suficientemente rápido.
El demonio levantó su mano hacia su cara y tocó los huesos. De repente, la ira se apoderó de su rostro —Me aseguraré de hacerte pedazos —escupió la sangre en el suelo.
Calhoun dio unas palmaditas al costado de su pistola y la cargó con balas de plata —Apenas puedo esperar.
