Raphael levantó su mano que sostenía cartas esparcidas entre sus dedos. La mujer miró sus manos. —Por favor, ve si puedes atraparlas tan rápido como yo atrapé tus cuchillos. —La mujer parecía sorprendida cuando las cartas comenzaron a moverse en su dirección a tal velocidad que no esperaba que las lanzara con tanta rapidez. Una de las cartas llegó a rasgar la ropa que llevaba puesta, mientras que otra rozó su mejilla, dibujando sangre y dejando un leve ardor en su piel.
—Impresionante —dijo ella, la sonrisa en sus labios desapareció y ahora tenía una expresión seria en su rostro. Raphael lanzó otra carta, y ella la atrapó justo frente a su rostro entre sus dos dedos. —Esta vez fuiste lento.
—¿Estás segura? —sonrió Raphael. Por un momento, sus palabras dejaron a la mujer confundida, y al siguiente segundo, la carta explotó en su mano como el pequeño fuego de un cañonazo.