Lejos del lugar donde se encontraban los dos miembros de la Casa Alta, en una casa del pueblo, un hombre estaba de pie junto a la ventana con los brazos cruzados sobre el pecho mientras otro hombre con túnicas negras en la mesa, estaba allí leyendo los pergaminos a la luz de la vela que estaba sobre la mesa. El hombre murmuró algo en voz baja como si estuviera intentando descifrar algo de los pergaminos.
—¿Cuánto tiempo más necesitas, Fraunces? —preguntó el hombre que estaba en la ventana.
Aparte de estas dos personas, había seis personas más en la habitación que casi se habían camuflado con el fondo, paradas cerca de la pared y esperando a que el adivino les diera más información sobre lo que sería factible para ellos.
—Solo un poco más de tiempo —replicó el adivino, tomando los cuatro huesos de un animal de la mesa que tenían el tamaño de una cerilla. Mezcló los huesos en su mano antes de lanzarlos sobre la mesa.