—Los otros demonios restantes miraron con ojos muy abiertos porque nadie había visto antes la cabeza de un demonio ser quebrada y aplastada contra el suelo como un huevo que se deja caer para que se rompa y salpique. Por un par de segundos, todos permanecieron quietos, mientras Calhoun se había agachado para asegurarse de que el demonio no despertara en esta vida a menos que el infierno le diera otra entrada para vivir en el reino de los vivos.
—Qué demonios tan impacientes tienes aquí, Weasley. No son el tipo con el que te gustaría trabajar —dijo Calhoun, mientras sacaba el pañuelo de su bolsillo y limpiaba la sangre que tenía en su mano, un dedo tras otro antes de tirar el pañuelo al suelo ya que no le era de utilidad—. Pensé que eras mejor que esto. Déjame adivinar. ¿Helena? —Los ojos de Calhoun miraron a Weasley con calma.