Era el primer día de ser la Reina de Devon y ya le habían obsequiado una cadena maldita que posiblemente no solo revelaría la habilidad del ángel oscuro que residía en ella, sino que también la mataría lentamente con su uso. Madeline había llegado a desconfiar tanto de Calhoun's como de sus parientes, sin saber qué daño le podrían causar intencional o involuntariamente.
Parada en uno de los patios del castillo, donde podía ver la entrada del mismo, notó que los invitados empezaban a marcharse uno tras otro.
—¿Estás bien? —llegó la voz de Beth, quien había entrado en el patio y se puso de pie al lado de Madeline. Hizo la pregunta porque el tiempo durante el desayuno había sido tenso, y tanto el Rey como la Reina habían desaparecido de la vista de todos después de eso.
Madeline le ofreció a Beth una sonrisa. —Sí, estaba mirando los carruajes.