—Las palabras que acababa de pronunciar Reginaldo, parecía que eran un caso similar al de ella —incapaz de contener su curiosidad, Madeline preguntó cuidadosamente—. ¿Quién le quitó las alas?
—Reginaldo se tomó un tiempo para recordar lo que había escuchado de las personas y dijo:
— Fueron los propios ángeles, los ángeles malditos que fueron arrojados a este reino terrenal. Hay algunos libros que han registrado los eventos pero no hay fechas ni horas en ellos. Se dice que los ángeles caídos estaban celosos de ese ángel, que decidieron quitarle las alas después de haberlo dejado inconsciente.
—Eso es bárbaro hacerlo —susurró Madeline—. Sus abuelos también le habían quitado las alas, y cada vez que intentaba caminar por ese camino de la memoria, sentía el dolor en su espalda regresar. Como si pudiera sentir cada desgarro y quemadura que no eran menos que morir —Creo que no había escuchado esta historia antes. ¿Por qué hicieron eso? —preguntó ella a Reginaldo.