—¡Perra! ¿Qué estás diciendo? —Nicola pronunció las palabras a través de sus dientes apretados. Se levantó de su posición agachada. No sabía qué estaba tramando esta chica y si era una estratagema para meterla en problemas.
Madeline se levantó junto con Nicola, su expresión carente de cualquier emoción, mientras seguía mirando a la criada —¡AHHH! —gritó Nicola cuando la mano de Madeline ejerció más presión sobre su muñeca, y un crujido se oyó en la habitación que provenía de romper el hueso—. ¿¡Qué demonios te pasa!? —Nicola no le importaba si estaba maldiciendo a la futura Reina, ya que estaba en un dolor miserable.
—Sé lo que hiciste hace unas semanas —susurró Madeline—. Tú fuiste quien intentó envenenar al Rey. Enviaste el veneno que era para él y que acabó en manos de otra criada.