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El sonido del disparo resonó en las casas vacías que rodeaban a Madeline. Mirando hacia abajo al demonio con sus ojos ligeramente abiertos, percibió el orificio que había aparecido en la parte trasera de su cabeza, hecho por Calhoun.
—Necesitamos ponerlo en un ataúd —sugirió Calhoun y Madeline, que aún estaba en shock por el repentino ataque que había tenido lugar. Siguió a Calhoun, quien arrastraba el cuerpo del demonio hacia el bosque.
Ella miró hacia el demonio muerto. Nunca había oído hablar de un demonio siendo enterrado en un ataúd. Se preguntaba si sería lo mismo que con los vampiros que morían y eran dejados a descansar en la caja del ataúd. Madeline, que caminaba detrás de ellos, observaba con curiosidad al demonio antes de preguntar,
—¿Por qué mataste a su esposa? —preguntó Madeline.
Calhoun sabía que esta pregunta iba a surgir ya que Holden había mencionado la muerte de su esposa hace unos minutos,
—Ella mataba gente. Así que la maté —fue su simple respuesta.