—Ven conmigo, dulce —le dijo Calhoun, persuadiéndola caminando hacia la cama. Ella había cavado su tumba demasiado hondo hoy que no parecía que fuera a poder escapar de ello. Al mismo tiempo, Madeline sentía su piel cobrando vida. Incluso el más mínimo viento que pasaba a través de la ventana le revolvía el estómago.
—¿Q-qué vas a hacer? —preguntó Madeline, moviendo los pies lento pero firme para no caerse al sentir sus rodillas debilitarse.
—Para responder a la pregunta que le hiciste a Lucy, de una manera mucho más práctica y demostrativa —llegaron las palabras directas de Calhoun.
La boca de Madeline se secó y por un momento dejó de caminar. Las sensaciones que estaba sintiendo en su cuerpo solo empeoraban. Calhoun tenía una forma con las palabras, y conocía el efecto que tenían en ella, razón por la cual las usaba.