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Recomendación Musical: Gdansk de Lambert.
Madeline era quien estaba atendiendo la mano de Beth, donde la sangre no dejaba de sangrar. El lobo le había mordido la mano como si fuera un trozo de carne que se había colgado frente a él.
—¡Me duele! —Beth gritó de dolor, incapaz de soportar que la tocaran.
—Te advertí que no te acercaras al lobo —Madeline no quería recordarle que sí había advertido a Beth sobre los lobos, pero Beth había tratado de ser valiente como muchas otras veces pensando que los lobos la dejarían acariciarles la cabeza sin querer morderla—. Si no lo limpiamos bien, podría causar una infección. Y tú sabes cómo terminan esas infecciones.
—¡No! —exclamó Beth entre la preocupación y el miedo—. ¡¿Cómo iba a saber que lobos tan hermosos querrían morderme?! ¿Por qué los dejarían sueltos? —lanzó una mirada incrédula a Madeline.