Los días siguientes transcurrieron lentamente, y desde que el Rey había anunciado su boda que tendría lugar en un mes, Madeline había empezado a contar los días hacia atrás. Cuanto más tiempo pasaba, más aislada estaba ella del mundo y las personas a las que una vez perteneció.
La vida en el castillo era fácil, y Madeline intentaba acostumbrarse a ella. Tratando de asimilar la realidad en su mente mientras aún intentaba andar de puntillas alrededor de Calhoun pues su mirada siempre estaba sobre ella cuando estaban en la misma habitación. No entendía la forma en que Calhoun la amaba, porque se sentía como si estuviera obsesionado con ella. Incluso si se escondía en algún rincón del castillo, una criada o la mano derecha del Rey estaría allí para recuperarla, diciéndole cómo el Rey la estaba llamando.