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Calhoun notó cómo Madeline parecía estar lista para pelear con sus manos apretadas en puños, le preguntó
—¿Por qué te alejaste? —preguntó, dando dos pasos hacia ella, y antes de que ella pudiera dar otro paso, él ya la había alcanzado—. Realmente me haces disfrutar de la persecución, y algo me dice que a ti también te encanta —se torcieron sus labios y Madeline le sostuvo la mirada.
—Estás equivocado —fue rápida su respuesta, y él no hizo más que sonreír aún más.
—¿Estás segura de eso? Ya te he dicho muchas veces que me encanta la persecución y tú solo me das más razones para perseguirte y cazarte.
—No soy una presa para cazar.
Calhoun soltó una carcajada.