Ante la penetrante mirada inquisitiva de Calhoun hacia Madeline, ella no sabía qué decir. No es que no supiera la respuesta, pero no estaba segura de cómo iba a salvar a alguien, ya que podía sentir la ira del Rey desde donde estaba. La ira que se gestaba y que él intentaba mantener bajo control, pero ella no sabía por cuánto tiempo y en algún lugar sabía que iba a ser ella quien enfrentara las consecuencias.
—Quisiera ver la carta —dijo Madeline y los ojos de Calhoun se entrecerraron aún más.
—Tráigame la carta —demandó Calhoun, con una voz dura y fría que hizo que todos lo miraran con cautela. Sofía, que era quien la tenía, caminó hacia el Rey y le entregó la carta.