Madeline pasó una hora más cuando finalmente concluyó que el trato que había hecho con el Rey era difícil. Intentó caminar en círculos solo para encontrarse con las paredes de la planta de acebo que la restringían o la enviaban de vuelta al camino por el que ya había pasado.
El cielo estaba cambiando de color rápidamente, y ella sentía que su libertad se le escapaba de entre los dedos, pero no era como si el tiempo estuviera pasando precisamente. La energía y motivación que tenía antes de entrar en el laberinto habían desaparecido, y estaba desesperada por encontrar la salida. Trató de no perder la esperanza. Sus pies continuaban caminando solo para encontrarse con la decepción al llegar a otro callejón sin salida.