Mientras el rey anterior suplicaba al extraño que estaba sentado en el trono, con una expresión en su rostro que indicaba que tenía el control de este lugar, Vladimir a cambio miraba a Laurence, quien no parecía más que un debilucho.
—¿Cómo te llamas? —preguntó Vladimir.
Laurence parecía sorprendido y ligeramente confundido por la pregunta. No porque se sorprendiera de que alguien le preguntara su nombre, sino porque no recordaba cuál era. Intentó recordarlo con fuerza, pero no pudo. Incluso una hora de tortura en el Infierno se sentía como años, y el anterior Rey de Devon había pasado alrededor de dos décadas aquí, que se sentían como una eternidad, donde había olvidado su nombre.
Vladimir rodó los ojos de nuevo. Solo un debilucho olvidaría algo tan sencillo. —Olvídalo. Tu nombre es Inútil. ¿Sabes por qué estás aquí? ¿Alejado de ser castigado?