—Señorita Stella Desford —anunció la criada antes de retirarse de la puerta.
Una joven con cabello castaño entró en el salón de dibujo. Llevaba puesto un profundo vestido de seda granate, de cuello alto y mangas largas. Había botones dorados en la parte delantera de su vestido.
—Buenos días, Stella, me complace mucho que te unas a mí para desayunar —Marceline saludó a la joven, que era dos años menor que las mujeres presentes en la sala.
Eve observó cómo Marceline se levantaba y caminaba hacia la mujer para saludarla con un aireado beso en cada lado de su rostro.
—¿Cómo podría rechazar una invitación tuya? —La mujer se rió suavemente, su voz sonaba dulce y sus modales refinados—. Espero no llegar tarde.
—Nunca es demasiado tarde. La costurera está aquí, tal como prometí. Pero puede esperar hasta que terminemos nuestro desayuno —Marceline ofreció una cálida sonrisa.