Por encima de donde se erguían altas las Puertas del Cielo, apareció una ruptura espacial en el cielo. Comenzó como una pequeña grieta que la mayoría no habría notado, pero pronto se convirtió en algo más. Un agujero masivo, del tamaño de un volcán, desgarró el mundo como si el mismo dios fuera a descender sobre él.
El hueco no se quedó vacío por mucho tiempo, ya que se llenó inmediatamente con amenazadoras nubes negras y destellos de relámpagos rojos que chisporroteaban en su interior.
La mera presencia de esta nube hizo temblar al mundo mientras su atronador trueno sacudía la tierra. Sin embargo, pronto percibió la presencia de las Puertas del Cielo debajo y rugió con ira, destruyendo todo a su alrededor.