En la cima de la montaña, dentro de la sala del trono del palacio del Maestro de la Secta, Mira se paró frente a una mujer zorro de siete colas, voluptuosa, de cabello rosa y hermosa. Podía sentir una leve conexión con la mujer, casi como si sus linajes resonaran, haciendo que tanto Mira como Lisica levantaran una ceja.
*Thump**Thump*
«Hoh? Parece que su linaje es aún más especial de lo que pensaba. Casi se siente como si me enfrentara a mis antepasados o incluso a un progenitor, pero ¿cómo es eso posible?», pensó Lisica mientras sostenía su pecho, sintiendo su latido.
—¿Entonces, qué quieres de mí? ¿Por qué querías verme tanto? —preguntó Mira impacientemente. Estaba cansada de interactuar con viejos monstruos y sus payasadas. Era difícil saber lo que estaban pensando, y con su abrumadora fuerza, se sentía como si nunca estuviera en control.