Seren le dio toda la medicina en el tazón, sus movimientos lentos pero firmes.
—Por favor mejórate —hik— mejórate, Martha —sollozó, perdiendo el control sobre sus emociones como una niña, y los sonidos de sus sollozos y súplicas resonaron dentro del pequeño espacio de la casa de paja.
—Bebe todas tus medicinas —hik— tus medicinas, ¿de acuerdo? Debes, debes comer bien, y crecer fuerte y mejorar… por favor, Martha…
Seren solía no tener a nadie. La única constante en su crecimiento fue Martha. ¿Cómo no iba a tener miedo de perder a su niñera, la única persona a la que solía llamar su familia?
No podía creer que la reconfortante reunión que esperaba se convirtiera en una de despedida...
—Mejórate... no puedes... no puedes dejarme... por favor...?
Una vez que Seren terminó de alimentarla con la sopa medicinal, Martha se había dormido. Erich Winfield volvió a entrar en la habitación con un tazón de pasta herbal recién hecha.