Jiang Yue no se detuvo ahí.
Cada preocupación que Shen Yuling y Mo Yichen planteaban, ella la contrarrestaba con una solución—rápida, precisa e imposible de rebatir.
Cuando Shen Yuling luchaba por afinar la capacidad de respuesta de la IA, la frustración evidente en su ceño fruncido, Jiang Yue apenas echó un vistazo a la pantalla antes de tomar el control.
Sus dedos volaban sobre el teclado, depurando el código en tiempo real, señalando las ineficiencias más rápido de lo que Shen Yuling podía terminar de explicar el problema.
—¿Tú—espera, cómo hiciste—? —Shen Yuling parpadeó, observando cómo el programa funcionaba sin problemas.
Jiang Yue no levantó la vista. —Tu mapeo neural estaba ligeramente fuera de lugar. Ajusté el modelo de distribución del peso.
Mientras tanto, Mo Yichen dudaba sobre la eficiencia del motor, sus cálculos mostraban inconsistencias.
Él se frotó la sien, mirando los números, reacio a avanzar con un diseño subóptimo.