Kang Jinhai, siempre pensador rápido, mostró una sonrisa dramática y juntó las manos. —Nada, nada. Es solo que verte sujetando la mano de un pequeño es tan conmovedor, ¡estoy a punto de llorar!
Jiang Yue le lanzó una mirada escéptica, claramente no convencida por su actuación exagerada. —Solo estamos tomando un descanso, nada más. Pensé que sería bueno que tomara un poco de aire fresco.
Se giró sobre sus talones, lista para dirigirse hacia los puestos de comida cercanos. Al notar que el grupo se levantaba para seguirle, hizo una pausa y miró por encima del hombro. —Si quieren ir a jugar en las computadoras, adelante. Nosotros solo vamos a caminar.
—¡De ninguna manera! ¿Cómo podríamos dejarte, Hermano Yue? —exclamó Kang Jinhai, sacudiendo la cabeza como si la sugerencia fuera absurda.