Fu Xifeng soltó una carcajada, su sorpresa evidente. —¿Qué te lo delató, Xiao Yue? ¿Fue también la pulsera?
Jiang Yue asintió con indiferencia. —Sí. Tenías razón. Vi esa pulsera y definitivamente no es una imitación como Gao Tian afirmaba —se encogió de hombros como si no fuera gran cosa.
Fu Xifeng vaciló, su tono se suavizó. —No pareces molesta. ¿De verdad estás bien con que a Gao Tian le guste Xiao Xiu?
La expresión de Jiang Yue se mantuvo neutra. —¿Qué se supone que haga? ¿Prohibirle que le guste? —inclinó ligeramente la cabeza—. Además, nada va a suceder a menos que Gao Tian se declare. Xiao Xiu no es de las que captan indirectas. Jamás se dará cuenta de que le gusta a menos que él se lo diga directamente.
Fu Xifeng puso morritos, luciendo frustrada. —Tienes razón, pero aún así siento que Xiao Xiu se me escapa y yo no puedo hacer nada al respecto.
Jiang Yue levantó una ceja. —Entonces, ¿por eso querías hablar con Gao Tian?