—¿De qué serviría saber que lo llaman Tío Veneno? Ese es el nombre más desagradable que se le podría poner a alguien —se burló el anciano al otro lado del teléfono.
—Sí, Maestro, ese detalle sería beneficioso. ¿Hay algo más que le gustaría agregar? —preguntó ella, con un dejo de exasperación en su voz.
—Espera, déjame pensarlo...
Jiang Yue esperó pacientemente, esperando cualquier detalle que pudiera facilitar su investigación.
—Ah, por cierto, mi querida discípula, tengo a alguien en mente que me gustaría que conocieras —Sun Guang se desvió del tema otra vez.
Jiang Yue suspiró, su paciencia recién acumulada se disipó instantáneamente con su Maestro desviándose del tema otra vez. —Maestro, si esta persona no es el Tío Veneno, entonces no me interesa.
—Presentarte a alguien que apenas conozco no tiene sentido. En cambio, planeo presentarte al nieto de mi amigo —proclamó Sun Guang, su voz rebosante de emoción.
Jiang Yue fingió una exhalación sorprendida. —¿Tienes un amigo?