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Jiang Yue se mantuvo en silencio esta vez, reflexionando sobre su próximo movimiento. Tras una breve pausa, dijo:
—Déjame tratar la herida de mi amiga y te enseñaré.
Con la manera en que van las cosas, podría llevar mucho más tiempo, y las heridas de Xu Wuying necesitaban ser tratadas ya mismo o causarían daños irreparables en su muñeca.
No puede permitir que eso suceda.
—Ah, das un dedo y se toman la mano entera —se burló el hombre—. Ya he expuesto mis condiciones, impresióname y aceptaré tu trato.
Jiang Yue asintió al escuchar esas palabras.
Primero presionó un botón en su auricular para evitar que Xiaoli y Liu Ming escucharan lo que estaba a punto de suceder, luego agarró el cuello de su ajustada camiseta de manga larga negra y la bajó lo suficiente como para dejar lo justo al descubierto.
Cuando él la vio hacer eso, se sintió como si acabara de ser engañado y se quedó desconcertado.