—Finalmente despiertas, y yo pensando que estabas contra reloj o algo así —dijo Bin An Sha con sarcasmo desde donde bebía una taza de café en el sofá. Wang Chao solo lo miró fijamente mientras pasaba sus dedos por su cabello. Su ropa estaba arrugada por haber dormido con ella y su cara tenía marcas de donde había descansado en su almohada.
—Sí, sí. Ares compensará el tiempo —murmuró mientras iba a la cocina, agarraba la cafetera y se servía una taza de café. Caminó hacia el otro hombre, se sentó en una de las sillas, cruzó las piernas, llevó el café a sus labios y tomó un sorbo.
Todo lo que podía hacer era evitar escupir el... ¿agua pantanosa?... que había en su taza. Lo que fuera que estuviese allí, no era café, por mucho que lo pareciese.
—¿No es de tu gusto? —preguntó Bin An Sha con sarcasmo mientras tomaba otro sorbo de su propia taza. Admitiría que le había llevado tiempo acostumbrarse al agua de barro, pero una vez lo hizo, ya no sabía tan mal.