La figura que entró no era otra que la Diosa misma. Su presencia era abrumadora y el aire parecía vibrar con su energía divina.
Los candidatos, incluyendo a la mujer enmascarada de fénix, inmediatamente cayeron de rodillas, sus rostros pálidos de miedo y reverencia.
—Levántense —la Diosa ordenó suavemente, con una voz como un dulce carrillón.
—Tenemos mucho de qué hablar.
Los candidatos se pusieron de pie con hesitación, con la mirada baja, incapaces de encontrar la mirada de su líder divina. La Diosa se movió con gracia hacia el centro del salón,
Lo sorprendente era que, aunque la diosa estaba frente a ellos, no podían verla.
Su figura y su rostro estaban completamente cubiertos.
Nadie podía ver cómo era en primer lugar.
Aun así, los candidatos sentían subconscientemente como si la diosa fuera muy hermosa...
—¿Por qué no me preguntaron cuál era mi intención? Les diré, ¡la verdad! —La diosa dijo con una risa.
Sin embargo, su risa no sonaba para nada como una risita.