—En lugar de comparar, la gente sentirá que deberían estar juntos no ser comparados... —Sheng Yin notó la mirada de Yu Holea y preguntó con una sonrisa—. ¿Qué miras, Holea?
—Yu Holea parpadeó, dándose cuenta de que había estado perdida en sus pensamientos—. Nada, solo pensando en algo —respondió con una sonrisa.
—Sheng Yin asintió, aceptando su respuesta, y ambas se sentaron a cenar.
—Yu Holea siguió mirando en dirección de Sheng Yin y finalmente Sheng Yin suspiró, dejó su cuchara en el tazón, y dijo:
— Holea, dime qué pasó.
—Estás actuando de forma extraña. Pero hoy te ves muy hermosa —dijo Yu Holea.
—Los labios de Sheng Yin se curvaron y preguntó:
— ¿Así que quieres decir que soy hermosa?
—Yu Holea asintió.
—Sheng Yin sonrió, y como si recordara algo preguntó:
— Holea, ¿qué desayunarás? Yo te lo prepararé.
—¡Oh! Olvidé decirte, voy a la capital esta noche, así que... —dijo Yu Holea y un brillo se encendió en los ojos de Sheng Yin.