—Hola, ¿por qué te comportas tan extrañamente después de lo que hiciste anoche...? —Yu Holea dijo instántaneamente—. Buenos días Hermano Jun.
Su voz era tan dulce que ni ella misma se dio cuenta, lo que más le preocupaba era que Qiao Jun le contara a la Sra. Qiao todo lo que hizo anoche.
Por alguna razón, aunque solo tomó la mano de Qiao Jun, no quería decirlo frente a la Sra. Qiao.
Quién sabe qué pensará la Sra. Qiao de ella...
Tal vez no le guste que ella tomó la mano de Qiao Jun, a pesar de que no tenía ninguna relación con él.
Qiao Jun miró a Yu Holea con una sonrisa.
—¿Acabo de conocer una de las debilidades de mi conejita? —Qué ingenua es, aunque la Madre supiera que ella le tomó la mano, ella no la regañaría, de hecho estaría más preocupada, pero...
Él nunca le dirá esto a su conejita.