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Mientras Kat observaba cómo el temblor del puñal se detenía, las enredaderas que lo cubrían comenzaron a desenrollarse. Una vez desprendidas del puñal, se lanzaron al suelo rompiendo el hielo sin esfuerzo. Un momento después, surgieron del suelo creando un domo compacto alrededor de donde el puñal acababa de estar.
—Podrías haberme advertido —dijo Gracia.
—Bueno, no sabía exactamente qué haría. Pero mira, ahora tenemos refugio —dijo Kat llevando a la elfa que murmuraba hacia la entrada en el frente.
Dentro, era aún más evidente que el domo estaba hecho de enredaderas. El puñal estaba en el centro, rodeado por las más gruesas de ellas que se arqueaban hacia arriba sirviendo como poste central para que el domo se asentara. Las paredes estaban formadas por enredaderas de triple capa para ofrecer algo de protección contra los elementos, pero la clara falta de una puerta permitía que el frío se colara.