Para los espectadores externos, la vista parecía ridícula. Podían ver a Kat agitándose, con las alas arrastrándose detrás de ella y la cola danzando alrededor como loca, torciéndose y contorsionándose, a veces arrastrándose por el suelo o volviendo a alinear sus alas en el último segundo para prevenir que las cosas empeoraran, y aunque parecía que esto no podía estar ayudando, la órbita de Kat comenzó a estabilizarse.
«¿Es triste que mi cola sea mejor en esto que yo?», pensó Kat mientras luchaba, o más precisamente, ella dirigía energía demoníaca para que su cola pudiera luchar, para resolver esta crisis de equilibrio. A medida que los minutos pasaban, Kat continuaba alimentando a su cola con más energía, pero las cosas se habían estabilizado… algo.