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El flujo de magia que atravesaba el portal dejó un zumbido desagradable en los oídos de Kaideon mientras emergía del portal de salto.
Coran y Rodvan vinieron después, pero la descripción más precisa para la llegada de Coran fue ser expulsado del portal.
La mano de Kaideon en el hombro de Coran lo estabilizó y le previno de un aterrizaje inestable.
Kaideon gruñó entre dientes, suprimiendo su incomodidad ante el pulso de la magia a su alrededor, le tomó un momento para que se desvaneciera.
Kaideon sabía que apenas había pasado más de un segundo pero eso era suficiente para ponerlo nervioso.
Por más que lo intentara, Kaideon no creía que pudiera acostumbrarse nunca a la magia... era un recordatorio demasiado grande de aquel tiempo lejano en el pasado.
Kaideon se agachó, tomando un puñado de arena grisácea, dejó que los granos se escurrieran entre sus dedos, determinando la dirección del viento.
