Neveah fue lanzada hacia atrás, chocando bruscamente contra una columna.
—¡Veah! —exclamó Menarx—, se movió en un instante y al siguiente ya estaba al lado de Neveah.
Neveah gimió de dolor, un zumbido resonando en su cabeza mientras luchaba por ponerse en pie, apoyándose en Menarx.
—Esa sí que fue una consecuencia del demonio —murmuró Neveah—, alzó una mano a su cabeza, sin sorprenderse al sentir una sustancia pegajosa que sabía que era su sangre.
—Estás herida... —afirmó Menarx en un tono bajo.
—Es bastante poderosa —admitió Neveah, dando palmaditas en el brazo de Menarx tranquilizadoramente.
Neveah echó un vistazo alrededor del salón, dándose cuenta de que ella, Davina, el Señor Rodrick y algunos otros que estaban demasiado cerca eran los únicos que habían sido alcanzados por la explosión de Lady Adrienne.