—Nos encontramos de nuevo, lobita —estas fueron las primeras palabras que Neveah escuchó después de interminables horas en la oscuridad, interrumpiendo el silencio que se había asentado sobre la mazmorra desde que había recuperado la conciencia.
«Aquí vienen», pensó Neveah para sí misma, ella sabía que si solo esperaba, eventualmente vendría alguien para hacerle la demanda que tuviera para ella.
Ahora, Neveah no sabía en qué podía ser útil para quienquiera que Davina la hubiese dejado, pero al menos entender por qué estaba aquí era el primer paso para despejar su confusión.
Solo que esta voz... Neveah estaba segura de haberla escuchado antes.
Neveah levantó lentamente la cabeza para encontrar la silueta de un hombre vestido de negro en las sombras de la mazmorra, su mirada se movió hacia arriba, asentándose en su rostro y en el momento en que posó los ojos en esa máscara negra, reconoció quién era.