—¿Lydia? ¿Me necesitabas? —preguntó Neveah al llegar a la cocina donde Lydia hacía toda su repostería.
—Ah, Veah. Entra. —Lydia le hizo señas a Neveah con una sonrisa radiante.
El olor de los pasteles recién horneados ya había llegado a Neveah, pero al estar tan cerca, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.
—Esto huele a gloria —dijo Neveah sinceramente.
—Espero de verdad que sepa tan bien, he estado probando esta nueva receta que ideé, verás —dijo Lydia mientras le entregaba a Neveah un pastel en forma de estrella.
—Oh... veo que me toca hacer la cata... —murmuró Neveah con una sonrisa al aceptar el pastel.
—¿Qué puedo hacer? Tus papilas gustativas son sorprendentemente precisas... puedes detectar casi cualquier falla —se defendió Lydia con un puchero.
—Pasar toda tu vida desconfiando de lo que comes te hace eso —respondió Neveah inconscientemente mientras daba un mordisco.
Neveah lo masticó lentamente, saboreando el gusto.