—No tienes permiso de poner una mano sobre la asistente, Addie —Lady Keila enfatizó por centésima vez justo antes de marcharse.
Adrienne se mordió el labio para contener los sollozos que estaban atascados en su garganta.
—No entiendo hermana, no entiendo por qué tienes que preocuparte tanto por esto... por qué tienes que darme una lección sobre esto... —Adrienne dijo con una voz apenas más alta que un susurro.
Lady Keila emitió un suspiro silencioso mientras se sentaba una vez más al lado de Adrienne.
—No deseaba hablar de esto ya que no debemos compartir lo que se delibera en el consejo de dragones, pero parece que debo decirlo para que entiendas —Lady Keila dijo, otro pesado suspiro se le escapó.
—Somos hermanas, ¿hay algo que no puedas compartir conmigo? —Adrienne preguntó.
—Ciertamente, eres mi preciosa hermana. No te ocultaré nada, especialmente no cuando te abrirá los ojos para ver el peligro en el camino que has tomado —Last Keila respondió con una afirmación.